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500 AÑOS DEL PRIMER NUEVO TESTAMENTO GRIEGO IMPRESO


Biblia de Erasmo

Desiderio Erasmo de Rotterdam (1466-1536) es mejor conocido como el “príncipe de los humanistas” y recordado por su obra Elogio de la Locura, lectura fundamental en muchas universidades. Pero para los cristianos, el nombre de Erasmo está relacionado con la publicación del primer Nuevo Testamento en el griego bíblico, también llamado griego koiné (común). Eso ocurrió el 1 de marzo de 1516 en la ciudad de Basilea, en Suiza.


En el tiempo que le tocó vivir a Erasmo había un gran interés en volver a las fuentes del saber. “Los humanistas del Renacimiento tenían la esperanza de poder renovar la educación, la literatura, la filosofía y la teología, no mirando a un futuro incierto sino volviendo atrás a un pasado perfecto." [1] En literatura, esto significaba estudiar y rescatar las obras de la antigüedad en sus idiomas originales. Pero había un problema. Antes de la invención de la imprenta en la década de 1450 todas las obras escritas se preservaban y transmitían por copistas, a mano. Esto tenía el inconveniente de producir copias buenas y copias no tan buenas, dependiendo de la dedicación y esmero del copista en transmitir el texto que reproducía. Además, los copistas, como todos nosotros, cometían errores involuntarios de los cuales -de nuevo igual que nosotros- podían no percatarse. Y claro, no faltaba el copista que, por los motivos que fuera, intencionalmente modificaba el original en su copia.


Pero la imprenta creó una revolución al permitir hacer copias en masa a bajo precio y todas idénticas, reduciendo los errores de sistema de copistas. De esta forma la imprenta abrió la posibilidad de imprimir textos de obras antiguas revisadas por especialistas con el propósito de corregir los errores y modificaciones causadas por los copistas a través del tiempo. No era, ni es todavía, una tarea fácil, pero se considera muy valioso tener en las manos lo que verdaderamente escribió Séneca, Sófocles, Julio Cesar o Tucídides y claro, los escritores bíblicos, entre muchos otros. El fin de esas ediciones era reflejar lo más posible el texto original, lo que escribió el autor de su puño y letra, o lo que es lo mismo, el autógrafo. Autógrafo significa “de la propia mano” o “de la propia letra”, por eso a la firma de una celebridad se le llama “autógrafo”, y también se le llama así a los escritos obras de un escritor.


Y fue precisamente una edición crítica del Nuevo Testamento la que publicó Erasmo de Rotterdam en 1516. En ese tiempo eso fue algo revolucionario. Esa publicación significaba que los estudiosos del Nuevo Testamento ya no tenían que depender de traducciones para estudiarlo y podían evaluar los aspectos fuertes y los débiles de la traducción del Nuevo Testamento que todos poseían, la Vulgata latina (cuyo NT era una traducción del griego al latín) y de otras traducciones vernáculas que ya circulaban. Además, permitía a los conocedores del griego bíblico realizar traducciones directas del griego del NT al de sus idiomas particulares. De hecho, eso precisamente fue lo que hizo Martin Lutero para su traducción del Nuevo Testamento al alemán.


El NT de Erasmo tiene además una importancia que perdura hasta hoy. El NT de las versiones Reina Valera y del rey Jacobo (King James) se realizaron basadas en ediciones posteriores revisadas del NT de Erasmo. Por otra parte, todavía hay personas que prefieren el NT erasmiano revisado (conocido como el Texto Recibido) a las modernas ediciones críticas.


Ahora bien, la historia detrás del NT griego de Erasmo es de por sí interesante. Según la prueba de que disponemos, es muy probable que Erasmo no tuviera la intención de escribir una edición del NT griego.[2] Cuando llegó a Basilea en el 1514 su interés era publicar una serie de anotaciones críticas al NT de la Vulgata a base de su estudio de un sinnúmero de manuscritos griegos. Pero una vez allí el editor Johannes Froben (1460–1527) le pidió que produjera una edición del NT en su idioma original y algún tiempo después llegaron a un acuerdo con ese propósito.


Estrictamente hablando, no fue Erasmo quien produjo la primera edición del NT en griego koiné. En el 1514 se imprimió el volumen número cinco de la Biblia Políglota Complutense, proyecto del cardenal español Francisco Jiménez de Cisneros. Se le llama políglota porque su texto estaba en varios idiomas y se le llama complutense porque se publicó en la ciudad de Alcalá, en España, y esa ciudad en latín se conocía como Complutum. Pero los creadores del Nuevo Testamento griego de la Biblia Complutense no quisieron diseminar la obra hasta que hubieran terminado los volúmenes correspondientes al Antiguo Testamento. Así las cosas, el Nuevo Testamento griego de la Complutense se publicó el mismo año que se publicó la tercera edición del de Erasmo, en 1522.


Es de interés resaltar que aunque la primera edición de Erasmo es celebrada por su significado histórico e influencia, el famoso crítico textual del NT Frederick Scrivener la caracterizó como “el libro con más errores que conozco.”[3] Todos concuerdan con Scrivener. Según la explicación más popular, la primera edición tenia múltiples errores debido a la prisa con la que se llevó a la imprenta (de agosto de 1515 a marzo de 1516, una proeza en aquella época). Se dice que Frober quería asegurarse de ser el primero en publicar para llegar al mercado antes que la versión de la Políglota. El primero en publicar y diseminar sería el primero en el mercado y por ende el de mayores ganancias. Pero hay quienes no creen que el interés económico fue el factor determinante de la rapidez de la preparación y publicación del NT griego de Erasmo. Afortunadamente, Erasmo se esmero en corregir y mejorar su obra en las ediciones subsiguientes de 1519, 1522, 1527 y 1536.


La base textual de la primera edición fue muy pobre. La prisa y las circunstancias obligaron a Erasmo y valerse de los manuscritos del NT que pudo encontrar rápidamente en Basilea. Para su NT griego, Erasmo se valió de 7 manuscritos minúsculos, 5 del siglo XII y 2 del siglo XV. El manuscrito que tenía con el Apocalipsis no tenía la última página por lo que le faltaban seis (6) versículos (22:16-21). Erasmo entonces buscó la Vulgata y tradujo esos versículos del latín de la Vulgata al griego. O sea, esos seis (6) versículos del Apocalipsis en la primera edición del NT de Erasmo no se basan en ningún manuscrito existente.[4]


Debo mencionar que el Nuevo Testamento griego no fue la única contribución de Erasmo a su estudio. En 1528 Erasmo publicó De recta Latini Graecique Sermonis Pronunciatione (“La correcta pronunciación de las lenguas latina y griega”). En esa obra Erasmo presenta lo que hoy día se conoce como la “pronunciación erasmiana”. La pronunciación propuesta por Erasmo se ha convertido en la forma regular de leer el griego antiguo en las universidades y en muchas escuelas de teología. [5]


Para concluir, puede decirse que ese primer Nuevo Testamento en griego koiné, impreso en 1516 fue el resultado de la concurrencia de intereses personales, circunstancias históricas, un sinnúmero de coincidencias, la casualidad y la oportunidad. Los cristianos le llamamos Providencia.

[1] Anthony Grafton, Rome Reborn: The Vatican Library and Renaissance Culture (New Haven: Yale University Press, 1993), 10-11, citado por Jaroslav Pelikan, Whose Bible is it? (New York: Viking, 2005), 144.

[2] R. J. Schoeck, Erasmus of Europe: The Prince of Humanists, 1501-1536 (Edinburgh: Edinburgh University Press, 1993), 181, http://www.questia.com/read/57216335/erasmus-of-europe-the-prince-of-humanists-1501-1536. En igual sentido: William W. Combs, “Erasmus and the Textus Receptus”, Detroit Baptist Seminary Journal 1, Num. 1 (Primavera 1996): 41-42.

[3] F.H.A. Scrivener, A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament. 4th ed. (London: George Bell & Sons), 185, citado por Metzger y Ehrman, The Text of the New Testament (New York: Oxford University Press, 2005), 143. Esta obra de Scrivener se encuentra disponible en format pdf en Internet.

[4] Metzger, The Text, 143-145.

[5] Puede escuchar una versión cantada a capela del credo calcedonio en griego erasmiano aquí. La pronunciación erasmiana, sin embargo, no es la única. Hay también quienes simplemente pronuncian el alfabeto griego koiné con la pronunciación del griego moderno.

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